"No me sirven las palabras,gemir es mejor"
Soda Stereo. Canción Animal
Calle 21, piso 13, Depto. "A". Martes 17.30 hs. Llego tarde. Otra vez la maestra me retuvo por el problema de mi hija. El taxista me deja en la esquina.Él, esperándome en la puerta. Tiene puesta esa remera que le marca tan bien el torso. Subimos juntos por el ascensor. No puede dejar de mirar como se me marcan los pezones a través de la remera mientras por la mirilla veo como van pasando los números que nos llevarán a mi refugio. Entramos. Siento la frialdad de la pared en mi espalda y su lengua en mi cuello. Todavía no, le digo. Prendo un sahumerio de vainilla para que ese aroma que tanto me excita inunde el ambiente. Voy por mi trago preferido, un Chivas Regal, que me trajo mi marido de Honduras.El sol del atardecer penetra a través de las hendijas de la ventana, reflejándose en el acolchado. Él comienza a desnudarse ansiosamente. Con mis manos lo alejo y lo recuesto sobre la cama. Mi mirada le ordena quedarse quieto, mientras mi lengua comienza a recorrer sus muslos masculinos. No sólo mi lengua está húmeda. Me siento sobre su pene, me saco la remera y siento que mis tetas están tan duras que tengo ganas de refregarlas contra su cuerpo. Empiezo por su cara, despacio deslizo mis pezones suavemente por sus ojos, nariz y boca; y él con su lengua comienza a rozarlos. Intenta penetrarme y le susurro al oído nuevamente: todavía no. Bajo mi cabeza hacia su pene y lamo vorazmente sus bolas peludas. Luego desciendo hasta acercarme peligrosamente hacia su ano. Su respiración comienza a violentarse. Él intenta incorporarse. Con la destreza de un gato extiendo mi pierna y lo vuelvo a recostar. Acerco mi cabeza hacia su miembro y chupo toda la superficie de su pene para llegar con la punta de mi lengua a acariciar los pliegues de la cabeza una y otra vez. Repentinamente abro mi boca e introduzco todo su pene. Presiono con mis labios bajando y subiendo al ritmo de su jadeo. Con su mano derecha se aferra a mis cabellos intentando acelerar el movimiento. Lo miro desafiante con el miembro todavía en mi boca, y le digo: O-A-ÍA- O.Con sus manos abiertas me agarra de las nalgas y quiere penetrarme desesperadamente. Está sudando. Me escapo hasta quedar sentada con mi vagina sobre su boca. Entonces él comienza a juguetear con mis labios mientras sus manos presionan mis tetas a punto de estallar. A pesar de que mi piel está ardiendo, un escalofrío recorre mi cuerpo desde el clítoris hasta la garganta culminando en un gemido febril. Cierro los ojos y siento que espasmos de placer ascienden desde mi vientre y grito "todavía no".El pip de mi celular me vuelve a la realidad. Me tengo que ir. Otra tarde de placer, un martes más.
"Las Potras"
viernes, 19 de octubre de 2007
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